Bien. Ya sabes qué Criaturas puedes tener a tu servicio. Ahora veamos como emplearla. En la tutorial se te explica cómo debes recompensar o castigar a tu Criatura, pero no se te dice con qué intensidad ni con qué frecuencia. La ideal es vigilar estrechamente a tu Criatura el máximo tiempo posible, sobre todo en el primer y segundo nivel, y castigarla o premiarla por cada acto que realice. Eso ayudará, digámoslo así, a que no se desmadre, desarrollando por sí misma características que puedan luego sorprendernos. Aprende a mirarla como un niño. Un niño que mide diez metros y pesa cientos de kilos. Como todo niño, nuestra Criatura no sabe distinguir entre el bien y el mal. Si tiene a un aldeano cerca, quizá no le preste atención o quizá se lo lleve a la boca para devorarlo.
Habrás observado que tanto la barra de recompensa como la de castigo tienen un valor que va del cero al cien por cien. Pues bien: no es aconsejable castigar o premiar siempre hasta el límite. Debes enseñarle a la Criatura a distinguir entre aquellos actos que merecen una pequeña aprobación o desaprobación, de aquellos otros que de verdad nos maravillan u horrorizan. Por ejemplo, si tu Criatura decide echarse un sueño cuando está muy lejos de estar cansada, bastará un cachete, no hará falta suministrarle una paliza. Ahora bien, si eres un dios benigno, y tu Criatura tiene la ocurrencia de aplastar la vivienda de un aldeano de una pedrada, puedes y debes ser mucho más severo.
Hay tres correas a tu servicio. La primera es la Cuerda de Aprendizaje. En realidad, tu Criatura estará constantemente aprendiendo, tanto de ti como de los aldeanos, lleve la correa que lleve, pero ésta es la correa indicada para despertar su curiosidad y su afán de conocimientos. Usa esta correa, por ejemplo, cuando quieras enseñarle la mecánica de algún Milagro. Átala a la Máquina de Milagros o a un árbol cercano, y estará atenta a tu mano y a lo que hagas.