Eres un dios. Pero eso no significa gran cosa...
Verás, la primera lección que debes aprender es que los mortales pueden vivir sin ti, pero tú no puedes vivir sin los mortales. Necesitas alimentarte de su fe, que te adoren, que te amen o que tiemblen al oír tu nombre. Debes tener constantemente tus altares cubiertos de flores o de sangre. Porque lo cierto es que, sino la fe ciega de esas molestas criaturas, te disolverías en el vacío. Pero no te preocupes, estoy aquí para ayudarte. Con mis consejos, podrás llegar a ser un rey eterno, un dios de dioses; el gran Dios verdadero.